sábado, 16 de abril de 2011

Palabras de NARIO GODA, (crítico y teórico observador de la danza butoh desde sus inicios en 1959).

La danza debe ofrecer algo que no esté muy claro o no sea comprensible, y además debe ser individual. Estos dos puntos son dos conceptos muy importantes para la danza butoh. Pero el punto más importante es la relación con el público. Esta línea de comunicación con el público es más importante que el resultado final.

Hijikata ha descrito al bailarín perfecto :”Un esqueleto que arde hasta convertirse en carbón” inspirándose en una expresión del poeta Matsuro Takahashi, el cual a su vez la había tomado de la Biblia. Hangi daitôkai, el cuerpo que arde en sacrificio tomando como modelo la naturaleza. El significado es que las cosas verdaderamente negras pueden absorber toda la luz, y del mismo modo, alguien que se considera a sí mismo como muerto puede hacer todo lo que quiere. A través de la luminosidad del cuerpo muerto el espectador percibe un soplo de vida y el bailarín puede renacer.

Lo importante es mantener la propia personalidad. Kazuo Ohno es el ejemplo perfecto, Kazuo baila libremente, hace lo que quiere, enseña sus deseos manteniendo el tempo que hace que llegue al público. La danza butoh está emparentada con la vida misma, vida quiere decir ser vivo, y el bailarín no debe preocuparse de lo que hace. (...) es un cuerpo que sigue las sensaciones y percepciones de su estado presente.

Para hacer una crítica atiendo a mis impresiones. Si mis impresiones son fuertes puedo fiarme de mi juicio y creer en el objeto de mi crítica. El significado profundo de una tal simplicidad consiste en el hecho de que el valor de un artista o de una obra depende de su fidelidad a sí mismo, más allá de la originalidad de la propuesta.

Mis puntos de referencia para la valoración crítica.
Lo primero de todo es la accesibilidad al espectador, que haya el tiempo de confrontarse con aquello que ve y de mantener una profunda concentración, ahí mi valoración es positiva.
Después está la cuestión del futuro, cuando el espectáculo vuelve a la memoria, días, meses o años después, estimulando reflexiones y recuerdos. Esto quiere decir que ofrece al espectador la posibilidad de vivir una cualidad de la vida diferente de lo cotidiano, la posibilidad de vivir espiritualmente. Entonces podemos decir que la performance ha funcionado.

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